Rodeadas de mar y faltas de agua, las Islas Baleares buscan el equilibrio entre abastecer las necesidades y conservar una biodiversidad que se adapta en la medida de lo posible y que, a su vez, lucha por sobrevivir.
La desalinización de agua es una espada de doble filo que cubre la demanda pero obliga a diseñar un plan de gestión de su residuo principal para proteger a la arquitecta del Mediterráneo: la Posidonia oceánica.
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El inevitable efecto de las desaladoras sobre la posidonia en Baleares – Dia