Visión estratégica (11 diciembre 2011)

Somos una economía de servicios turísticos que ha ido abriéndose a la diversificación de productos, todavía no suficientes para desestacionalizar, aunque se está en el camino adecuado y, por naturaleza, lento.

Nuestra estructura económica está en permanente metamórfosis. Paso a paso, crisis a crisis, se ha moldeado la oferta. En el momento presente, al margen de la crisis, vivimos una consolidación de nuestro liderazgo náutico de recreo.

Esta actividad tiene dos segmentos: el local –cautivo–, que podemos ser cualquiera de nosotros, y otro internacional de grandes esloras, con tripulaciones dispuestas a moverse por cualquier parte del mundo y quedarse donde más les convenga. Quedarse a hacer turismo y también a que le pongan a punto su embarcación.

La naturaleza cautiva hace que la competencia por dar un mejor servicio sea entre las empresas locales. En cambio, para captar y fidelizar a las grandes esloras hay que competir con muchos más destinos de los que nos creemos, los cuales han hecho grandes inversiones y cuentan con una consideración de carácter estratégico compartida por lo público y lo privado. De ahí las potentes campañas de promoción de los demás.

En este contexto, es de sentido común que pongamos el acento, precisamente, en reforzarnos frente a esta competencia. El apoyo al entorno de los megayates, tanto en su faceta turística como industrial, no es discriminatorio para los ciudadanos en ninguno de los aspectos que le afectan. Un segmento requiere un tipo de tratamiento y el otro un apoyo con visión estratégica para no perder el tren, confiados como estamos en que nuestras islas son lo «mejor del mundo» y que se venden solas. (Gaceta Náutica, 7 diciembre 2011)

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