El barco más grande del Salón de Yates de Mónaco que se desarrolló la semana pasada fue el Quattroelle, un barco de 88 metros con pisos de mármol, balaustradas de bronce, arañas de cristal de Murano y un pequeño piano de cola: prueba de que los juguetes caros han reaparecido. Con un alquiler de un millón de euros por semana, el superyate de la feria anual también tenía un helicóptero estacionado en una cubierta y un Porsche 918 Spider aparcado en otra. «Es un mercado que favorece al comprador pero está cambiando rápidamente», aseguró Peter Thompson, socio de la agencia Worth Avenue Yachts, en una reciente entrevista a bordo de otro barco: el Mi Sueño, de 58 metros, que navegaba hacia Mónaco. Su precio de lista es de 40 millones de dólares. La crisis financiera mundial que desató la quiebra de Lehman Brothers Holdings Inc. en 2008 llevó a una caída de casi 20 % en las entregas de superyates al año siguiente y una baja de 60 % en las órdenes nuevas. Ahora, el mercado de inversores estadounidenses del sector se recupera con fuerza y el crecimiento económico lentamente vuelve en muchas regiones. Los cientos de armadores y agentes que se acercaron al principado del Mediterráneo confiaban en que lo peor ha quedado atrás.
«Podemos ver que hay demanda», apuntaba Peter Lurssen, socio gerente del astillero familiar Lurssen Werft GmbH de Bremen, Alemania, que se especializa en la construcción de los superyates más largos. El astillero entregó el Quattroelle cuyo nombre representa las iniciales en inglés de amor, vida, libertad y lujo por un precio no revelado en enero y luego el aún más largo que el Azzam, que con 180 metros supera al Eclipse del multimillonario Roman Abramovich. «Es el hedonismo total», expresó Thompson. Las cifras publicadas este mes indican que los vientos podrían estar cambiando. Las ventas de yates crecieron 37 por ciento en los primeros seis meses del año respecto del mismo período del año pasado, según el estudio de superyates 2012 realizado por la agencia Camper Nicholsons International. Esta sigue los movimientos de los astilleros así como el negocio de compra, venta y alquiler de yates de motor y de vela que miden más de 24 metros.
De acuerdo con esta revisión, el año pasado se entregaron 169 barcos por valor de 3.500 millones de euros, lo que representa una caída de 6 % respecto de los 179 de 2011. La cantidad ha bajado en forma constante desde el récord de 261 en 2008. Con todo, en el estudio se observan indicios de una mejora en el clima. La cantidad de contratos firmados para la construcción de yates nuevos se elevó de 141 a 152 y se puso a la venta un porcentaje menor de la flota existente. (www.informacion.es, 6 octubre 2013)