Revolución eléctrica (19 septiembre 2013)

Una solución adoptada desde hace años en grandes buques y yates de superlujo de grandes esloras, a partir de 50 metros, pero que poco a poco van abriéndose camino en los barcos de recreo. Los sistemas de propulsión que combinan la electricidad con los generadores diesel.
La idea data de principios de siglo, cuando en 1917 se construyeron barcos de guerra con este tipo de propulsión. Durante la segunda guerra mundial fueron muchos los barcos que adoptaron estos sistemas, y en total se llegaron a construir unas 300 barcos dotados de potentes motores eléctricos alimentados por generadores diesel.
Una de sus principales ventajas reside en la flexibilidad de la instalación ya que el motor eléctrico ocupa muy poco y el generador que produce la corriente eléctrica necesaria para su funcionamiento puede ser ubicado donde mejor convenga. Los pesados generadores pueden colocarse en los sitios más bajos de la embarcación lo cual mejorará la estabilidad y en donde no estorben para la distribución de cabinas, o donde se oigan menos.
Los motores eléctricos ofrecen una potencia una curva de potencia muy constante y además una respuesta instantánea lo cual se traduce en prestaciones muy altas; mucha maniobrabilidad del barco, bajos niveles de vibraciones, y bajos niveles de ruido. Por si fuera poco, los niveles de consumo conseguidos son bajos y el mantenimiento también queda muy facilitado ya que la vida de los motores eléctricos es muy elevada, y los generadores diesel pueden ser fácilmente controlados al estar situados en lugares más accesibles y por tanto se abaratan los costes de uso.
En estas instalaciones se adopta el principio de “estación de potencia” gracias a la cual la energía eléctrica generada para alimentar a los motores de propulsión también es utilizada para dar electricidad a las instalaciones del barco. Con ello evitamos el tener que instalar generadores dedicados exclusivamente a dar electricidad a las instalaciones como ocurre en la mayoría de los yates dotados de propulsiones tradicionales.
Los motores eléctricos ofrecen una potencia una curva de potencia muy constante y además una respuesta instantánea lo cual se traduce en prestaciones muy altas; mucha maniobrabilidad del barco, bajos niveles de vibraciones, y bajos niveles de ruido. Por si fuera poco, los niveles de consumo conseguidos son bajos y el mantenimiento también queda muy facilitado ya que la vida de los motores eléctricos es muy elevada, y los generadores diesel pueden ser fácilmente controlados al estar situados en lugares más accesibles y por tanto se abaratan los costes de uso.
En estas instalaciones se adopta el principio de “estación de potencia” gracias a la cual la energía eléctrica generada para alimentar a los motores de propulsión también es utilizada para dar electricidad a las instalaciones del barco. Con ello evitamos el tener que instalar generadores dedicados exclusivamente a dar electricidad a las instalaciones como ocurre en la mayoría de los yates dotados de propulsiones tradicionales. (http://www.fondear.org, 19 septiembre 2013)

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