Mallorca ya ocupa el centro del mercado de los megayates de lujo (3 septiembre 2015)

«El invierno para la industria naval en la isla ahora mismo es espectacular»
«La Administración no nos lo pone nada fácil. No nos conocen y no nos entienden»
«El impacto turístico que trae la Copa del Rey es innegable»
«Por experiencia propia, insisto: lo mejor es seguir las propias pasiones»

Nos reunimos a primera hora en la terraza del Club Náutico, y el ambiente que provoca la Copa del Rey ya es perceptible: regatistas entrando y saliendo, un enjambre de profesionales, ambiente deportivo y al mismo tiempo impecable… El propio Jáudenes participa como miembro de la tripulación del Mamma Aiuto!, uno de los barcos ganadores de esta edición, y su móvil no para de sonar: preguntas sobre las velas que van a utilizar, sobre la meteorología del día…
Aún así, logramos que la conversación avance, y este ingeniero naval que ha ganado el premio más importante del mundo en su oficio se muestra casi tímido, desde luego prudente, sin pretensiones pero con mucha pasión por lo suyo. Al final, me enseña una maqueta del Win Win que se expone en el hall del Club, y su orgullo (y satisfacción, claro) trasmite un agradecimiento de lo más humilde a la institución de la que es socio desde hace años. José Luis Miró lo llamó una vez «el niño que fabricaba barcos con corcho», y no puede decirse mejor.
PPara un Ingeniero Naval dispuesto a vivir del diseño de embarcaciones de lujo, ¿es una buena decisión profesional instalarse en Mallorca?R.-Primero habría que aclarar que, aunque yo nací en Bilbao, básicamente he vivido siempre aquí, así que la decisión fue en gran medida de tipo personal. Dicho esto, reconozco que al principio tuve la sensación de que había sido una mala idea, pero los años han ido demostrando que Mallorca es buen sitio para tener un despacho de arquitectura naval (yo lo llamo arquitectura porque así lo dicen los ingleses, y yo estudié en Southampton). Tenga en cuenta que el sector evoluciona a gran velocidad en la isla, y que nuestros astilleros están recogiendo ahora mismo a los mejores megayates del mundo, que vienen aquí a hacer sus servicios y a utilizarnos como base de los barcos. Todo eso a mí me aporta muchísimos contactos: estar en Mallorca es estar en el centro del mercado.PEntonces, ¿tan bueno es el momento que atraviesa nuestra industria naval? R.- Indudablemente. Hubo una época de impasse y ahorro de costes de mantenimiento, pero ahora mismo nuestro invierno es espectacular, y la presencia de esos barcos da un montón de trabajo a muchísimo proveedores. P.- Claro, pero usted no se dedica a mantenimiento o reparación, sino a diseño…R.-Cierto, pero eso es aparte: para mí sigue siendo igual de difícil vender el diseño de un barco de vela. Insisto, lo que me aporta Palma son los contactos, que están en el origen de cualquier proyecto como los que yo hago. Lo demás (contratistas, consultores, etcétera) tengo que buscarlo fuera: en el trabajo utilizo mucho más el inglés que el castellano. Hombre, de vez en cuando puede ocurrir que me salga algún trabajo de optimización o reparación para las empresas de aquí, o alguna consulta técnica… Pero son cosas anecdóticas. No pasa nada: hoy en día, las telecomunicaciones hacen que no haya barreras y tu oficina pueda estar en cualquier lugar. Evidentemente, tienes que desplazarte constantemente en avión.P¿Las instituciones se lo ponen fácil a su sector?R.-Para nada. No nos conocen y no nos entienden: es otro idioma. No me han ayudado en nada, y eso que en alguna cosa habría sido muy útil y creo que muy razonable. Por ejemplo, la Universidad tiene superordenadores muy difíciles de conseguir para una empresa pequeña, y la institución podría prestarlos, alquilarlos… No sé cuál sería la fórmula, pero eso sería muy bueno si se desea que haya empresas tecnológicas radicadas aquí.PEl suyo parece un trabajo que responde a una vocación fuerte. ¿De dónde nace su relación con la náutica?R.-Es totalmente vocacional, sí. Desde que soy un niño he navegado con mi padre, y concretamente me apasionaba observar los barcos de vela y tratar de entender cómo aprovechaban el viento para avanzar. Las regatas han estado siempre presentes en mi vida. Mi trabajo es un sueño que persigo, pero no es nada fácil. De hecho, mucha gente me recomendó no intentarlo [ríe].PSu firma lleva el nombre de Surge. ¿En qué consiste exactamente el trabajo que desarrolla el despacho?R.-Surge es un proyecto que nace vinculado a un primer gran proyecto, el superyate Win Win. Yo tenía otra firma anterior pero la cerré, y para la nueva escogí un nombre que en inglés alude al movimiento hacia delante de un barco. Somos muy jóvenes, pero la intención es asociarme con otra gente para afrontar proyectos de gran nivel y encontrar clientes importantes. La clave será conseguir el segundo proyecto para poder consolidar la oficina. Eso, y ser muy competitivos en el precio, algo que desde Mallorca sí que es siempre un poco más difícil. A medio plazo, un objetivo realista sería firmar un nuevo contrato en menos de dos años. Tengo contactos con clientes potenciales y seguro que lo conseguiremos.PEse primer proyecto ha conseguido premios del máximo prestigio internacional: supongo que eso no se puede conseguir sin una infraestructura potente detrás, ¿no?R.-Bueno, en este caso nuestra infraestructura no es especialmente grande, pero sí tuve que recurrir a la colaboración de varios consultores. Ciertamente, la tecnología que utilizamos es muy sofisticada, y cuesta encontrar en Mallorca a profesionales que la manejen: fíjese que yo incluso puse un anuncio en la Universidad para involucrar a gente, y no tuvo ningún efecto. Pero bueno, puedo entender que la apuesta de la UIB no sean las carreras técnicas, porque de hecho la demanda de ingenieros no está aquí sino fuera. En todo caso, para desarrollar mi diseño yo he tenido que subcontratar a mis consultores en Estados Unidos y otras partes de España para poder llevarlo a término.P¿Cuánto tiempo lleva diseñar un barco como el ‘Win Win’?R.-Depende, pero digamos que en este mundo uno puede aspirar a firmar y realizar tres proyectos al año, no más. La dificultad estriba en que los fabricantes de barcos en serie hacen quizás quinientos ejemplares de un modelo, y obviamente es imposible competir con sus precios. Un superyate como el Win Win, en cambio, es completamente individualizado y exclusivo: sólo hay uno, y yo mismo no puedo vender otro igual, no tengo licencia para ello. Este en concreto es propiedad de un armador alemán absolutamente apasionado, que se comprometió mucho con el diseño y la construcción del barco, y que ahora lo disfruta navegando. Pero vamos, mi trabajo es muy difícil: este barco ha ganado un premio importantísimo (la pura verdad es que no puedes ganar ninguno mayor), y sin embargo eso no solo no te afianza de por vida sino que ni siquiera te asegura nada a corto plazo. El mundo del diseño naval tiene ya grandes nombres históricos, y hacerse un hueco es casi imposible.PPero vender un diseño como ese tendrá una rentabilidad alta…R.-¡Debería tenerla! [Ríe] Pero piense usted que nosotros manejamos la misma tecnología que en la Fórmula 1: son licencias y equipos carísimos, una inversión que de ningún modo se recupera con un solo proyecto. De todos modos, yo mientras trabajo no pienso en la rentabilidad, sino en lograr algo real y bueno. Créame, este trabajo no es un chollo. Todo es sacrificio y aprendizaje constante, porque la tecnología necesaria para lograr un buen resultado es complicadísima.P¿Qué gran idea persigue usted cuando diseña un barco? ¿Cómo es la embarcación perfecta?R.-El equilibrio óptimo entre la estética y el rendimiento del barco a vela. Eso es fundamental. Luego, ajustarse a las expectativas del futuro dueño y a su forma de vida. Sólo hay un barco perfecto para cada dueño, y eso hace más interesante el trabajo: ves muchos tipos de embarcación diferentes, tantos como armadores te contraten.P¿Cómo son esos clientes, aparte del hecho obvio de que son millonarios?R.-Pues es gente consagrada en sus negocios, en la parte última de su trayectoria, probablemente sobre los sesenta años. Gente seria, muy exigente, pero pocas veces son excéntricos. Y por nacionalidades, sobre todo son alemanes e ingleses, países con tradición de vela. En España no tenemos una tradición tan arraigada, de modo que los clientes de aquí escasean. También puede haber algún norteamericano, pero en cambio apenas hay asiáticos, cuya cultura es bastante ajena a la navegación.P¿Sigue siendo un evento importante la Copa del Rey?R.-Desde luego. Es la regata número uno de España, y muy conocida fuera. Su impacto turístico es innegable, tanto de forma directa como indirecta. La imagen de Mallorca sale muy reforzada con una cita como esta.

‘Mallorca ya ocupa el centro del mercado de los megayates de lujo’. _ Baleare

http://www.elmundo.es/baleares/2015/08/09/55c7249c22601db24c8b4573.html

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